"Me molesta que Rocío vea esos monos japoneses violentos que dan en la tarde: pelean, se matan y reviven y como los niños son imitadores después andan golpeando a sus compañeros. También me carga que la televisión influya tanto; ahora ella habla como los monos: puede decir ’es que tú me causas dolor y angustia’ o ’me rompes el corazón’. Por lo menos está empezando a distinguir lo que es real de lo que no: por ejemplo el otro día me contó que Barney no existe", cuenta la enfermera Yenny Villalobos sobre su hija de 6 años. El tema también preocupa a Ana Morales, que tiene un hijo de 4 años que encuentra "bacanes" los dibujos japoneses. "Me da rabia que den tanta violencia como si fuera natural. Trato de enseñarle a Carlitos que si cruza la calle sin mirar lo pueden atropellar y se puede morir. Y cómo va a entender, si los monos se mueren y reaparecen".
No es todo. A Carlitos le dan miedo los desastres naturales que se muestran en la tele. "Me tuvo chata un mes asustado con los ciclones. Yo le aseguraba que en Chile no existían, pero no me creía porque aparecían en la tele. Otro cuento es cuando se acuesta en la noche y aparecen los monstruos. Ya parezco disco rayado diciéndole ’los monstruos existen sólo en la televisión’". Y aunque la molestia de estas madres es comprensible, en nuestra sociedad es difícil vivir sin televisión. A modo de ejemplo, incluso en los estratos bajos, el 57% de los hogares tiene dos televisores, según estadísticas que maneja el Consejo Nacional de Televisión. "Ahora los niños empiezan a ver televisión desde guaguas: les gustan los comerciales porque son cortos, rápidos y atractivos en general", cuenta la sicóloga María Dolores Souza, Jefa de Estudios de la institución. Según estudios hechos por el Consejo, entre los dos y tres años los menores tienen una relación de juguete con la televisión: le cantan, le gritan y hasta se enojan con ella porque no muestra de nuevo lo que quieren ver, por ejemplo, los teletubbies. En la etapa preescolar, entre los 4 y 5 años, empiezan a diferenciar algunos géneros televisivos, por ejemplo los dibujos animados de las películas. A esta edad comienzan a grandes rasgos a distinguir la realidad de la ficción. Algunos padres se preocupan de que sus hijos que no tienen clara esta diferencia, puedan dañarse imitando conductas televisivas. Aunque Dolores Souza reconoce que un niño que se cree héroe puede golpear a otro, indica que comportamientos más riesgosos son escasos. “Millones de niños en el mundo han visto Superman, pero sólo un número ínfimo ha saltado de un techo para volar. Hay cosas que siempre van a ser peligrosas para ciertas personas”, añade. Además, los niños de esta edad no son tan desafiantes como parecen. Por ejemplo, en la calle pueden asustarse con los perros o los extraños, complementa. Otro dato clave es que los menores no ven televisión concentrados, sino que constantemente se distraen con otras cosas. “Recién después de los 4 años pueden mirar atentamente un máximo de media hora, ésto, si lo que ven es muy entretenido”, comenta Souza. Entre los 5 y 6 años la diferencia entre ficción y realidad se hace más clara. "Si ven que matan a alguién en una película los impacta, pero empiezan a darse cuenta de que la verdad es que no mueren", grafica. A los 7 años les gusta probar los límites. "He observado niños viendo una película de terror que se calman entre ellos; ’si no es sangre, es salsa de tomates nomás’, se dicen, pero igual buscan cosas que los asustan". Después de esta edad lo que más los impresiona es ver géneros de la realidad, como noticieros o reportajes, en que la víctima es un ser desvalido. “Si ven que un niño murió por maltrato no se les olvida más o si se cae un avión les da miedo que sus papás viajen porque pueden morir”, ejemplifica la sicóloga. Lo malo es que después de ver estos hechos no suelen comentarlos, entonces se quedan con el miedo. Por ello la profesional recalca que los padres tienen un rol importante en la elaboración de los mensajes televisivos y en la posibilidad de entregar conocimientos y valores a los hijos a través de conversar con ellos sobre los programas que ven. Con esto se da un proceso de mediación, pero también de bajar los niveles de angustia cuando el menor se ve afectado por los contenidos de la pantalla. Por lo mismo, los noticieros se transmiten en horario R que significa responsabilidad compartida, es decir, el niño debiera ver tele acompañado de un adulto. Se trata de programas para menores de 18 años que se pueden transmitir hasta las 22 horas. Después de ese horario existe la programación A, que significa sólo para adultos. Antes de esta hora también se pueden transmitir programas calificados con una F que significa familiares, es decir, pueden ser vistos sin la compañía de los mayores. En la práctica, salvo algunas franjas infantiles, los canales emiten durante el día programas para todo espectador intentando así obtener el máximo de televidentes para financiarse. Se trata de contenidos calificados como R. Sin embargo, la mayoría de los adultos no puede acompañar a sus niños cada vez que ven tele. Por ello, si los padres no quieren que sus hijos vean cierto tipo de programas, una alternativa es prohibirlos reemplazándolos con otras actividades recreativas. Así lo hizo Yenny que limitó los programas que Rocío podía ver y ese tiempo lo destinó a que la niña saliera a jugar a la plaza o a andar en bicicleta. Sin embargo, María Dolores Souza, señala que la televisión no es mala en sí y permite poner en el tapete temas complejos como la infidelidad, o también revertir mensajes negativos. “Cuando hicimos el estudio de los Reality Shows (archivo pdf), los menores criticaron la deslealtad de echar del programa a sus propios compañeros. Incluso, desde los 7 años, se daban cuenta de que aunque el género parecía realidad, en la práctica no lo era”. A los preadolescentes, es decir los niños entre 8 y 13 años, les encantan los programas juveniles como Mekano. Entonces, puede surgir el temor paterno de que los menores se eroticen temprano. “Personalmente no creo que este tipo de programas sea apropiado para esta edad, pero a las niñitas les encanta vestirse y bailar así y muchos papás las estimulan porque se ven bonitas. Hay que tener en cuenta que para ellas se trata de un juego de imitación, lo que no significa que maduren sexualmente más temprano”, explica Souza. Si quieres visitar este articulo haz click aquí |